Autocontrol
competitivo, significa mantener el estado de concentración y
autoeficacia, cuando las circunstancias modifican el estado de
activación del jugador.
Aaron
del Recreativo, marca en el minuto 83, el gol de un empate muy valioso
para su equipo, aumenta su nivel de activación y disminuye su
concentración. Celebra el gol sacándose la camiseta, obviando que ya
tenía una tarjeta. Pocas veces podemos descubrir como un jugador juega
con los límites antagónicos de la emoción, de la alegría al abatimiento.
Su expresión facial se mantuvo congelada en una mueca que cualquier
jugador de poker desearía saber reproducir.
Iniesta
marca el gol en la final del Mundial, se dispara la activación, salta
por los aires cualquier posibilidad de autocontrol al vivir, con toda
probabilidad, los mejores instantes de su vida deportiva. En ese
instante, congelado en todas nuestras retinas, el jugador se mantiene
concentrado en su misión, recordar a su amigo Jarque. Pocos instantes
tienen el impacto emocional de ese gesto, recordar a todo el planeta que
por encima del futbol, todos tenemos nuestras prioridades, nuestras
motivaciones.
Dos
maneras de interpretar un gol, la primera fugaz, la segunda eterna. No
vivimos según nuestras circunstancias, sino de la manera en que las
interpretamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario