El entrenador se dirige a sus jugadores
el primer día de la temporada y les comenta: “Me he pasado todo el
verano enseñando a mi perro cómo se hace una “rabona”. Le he dedicado
muchas horas. ¿Queréis ver el resultado? Los jugadores expectantes por
ver como el perro ejecuta golpeo de “rabona” le dicen al entrenador que
sí. El perro se sitúa junto al balón y permanece media hora inmóvil, sin
inmutarse.
De repente el capitán estalla y le
recrimina al entrenador la pérdida de tiempo. El entrenador
desconcertado responde que no sabe que ha podido ocurrir porque él ha
invertido más de 100 horas en enseñar a su perro el golpeo de “rabona”.
Finalmente el entrenador pide disculpas y comienza el entrenamiento.
El buen entrenado no es aquel que enseña a
sus jugadores una serie de acciones técnico-tácticas sino el que
consigue que sus jugadores aprendan esas acciones técnico-tácticas. En
el proceso clásico de enseñanza el entrenador es el protagonista del
proceso. Sin embargo, en un proceso de aprendizaje es el jugador el
principal actor del proceso. Y como cada jugador es diferente, el
proceso de aprendizaje tiene que ser diferente para cada jugador.
LÓPEZ DEL CAMPO, Roberto.
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