Escribir,
reflexionar, es un proceso personal que requiere tiempo y motivación,
cualidad ésta última, que yo no tenía. Es difícil encontrar la pausa en
medio de una tormenta, es difícil hablar de psicología positiva cuando
tú tienes problemas para gestionar el fracaso.
Finalizó
la temporada, salvamos la categoría y sin pausa, volvemos a estar
metidos en otra dinámica negativa. El futbol, ese futbol que tanto nos
agrada, tiene diferentes perspectivas visuales, y depende de ellas
poderlo saborear o llegar a agotarte. Todas
las situaciones extremas que puedas vivir en una pretemporada las acabo
de vivir, es como si alguien decidiera ponerme a prueba, pasando del
éxito al fracaso con una celeridad capaz de provocarte vértigo.
En
el proceso de gestión emocional del entrenador existen tres situaciones
diferenciadas, primero existe un proceso de ilusión, después de éxito y
después de fracaso. Es un proceso continuo, con un orden
preestablecido, que inevitablemente será cambiante y del cual sólo
podemos intentar provocar que las situaciones de éxito o de ilusión
pueden superar temporalmente a las de fracaso.
Llegué a Tarragona, con mucha ilusión, llegamos al éxito en siete meses y en siete semanas viví en el fracaso. Tuve
la sensación de finalizar ese ciclo, y lo afrontaba de forma natural,
con la sensación de intentar buscar siempre elementos externos que
justificaran nuestra situación. Además, esa sensación crecía durante la
posible última semana, cuando cada persona del club, sin decirte nada,
bajaba la cabeza, aportando esa retroalimentación que sólo los
entrenadores conocemos, esas sensaciones de no confiar, de pensar que el
resultado marcaba de nuevo todas las decisiones futuras del club.
Atrapado
en una emoción negativa, existía una segunda emoción que aún me
resultaba más dolorosa. No continuar es siempre difícil de gestionar en
un entrenador, pero marchar con la sensación de no haber implementado
todos los aspectos en los cuales crees, es siempre más difícil de
justificar a nivel interior.
Las
personas mayores, en su plenitud, cuando se les plantea sobre los
aspectos que desearían cambiar de su vida, se ponen de acuerdo en
afirmar que, asumirían más riesgos y los asumirían más pronto. Asumir
más riesgos, implementar toda tu metodología, volver a disfrutar al
máximo de tu trabajo, creer, y en lugar de convencer, estar convencido.
Recuerdo,
que un periodista y amigo personal de Salamanca, me dijo un día, "eres
un entrenador tan trabajador, que creo que no sacas rendimiento a todo
el trabajo que realizas". Esa si es una buena realidad, luchar por
rentabilizar al máximo tu trabajo, por conseguir la máxima transferencia
entre el entrenamiento y la competición, por intentar emitir unas
señales de identidad que permitan al equipo crecer.
En
el centro de una tormenta de críticas, sólo el 10% de las personas, es
capaz de ponderar, reflexionar, considerar el mensaje que recibe y es
capaz de cambiar conductas que no son idóneas. Existen muchos atenuantes
para justificar la situación que vivimos, pero si no dependen de mí no
puedo perder el tiempo en lamentarme, sólo puedo luchar por modificar
aquellos parámetros que tengo la sensación de poder controlar. “Si las
cosas las intentas hacer bien, puede que te salgan mal, pero si las
haces mal, seguro que te saldrán mal”.
No
he conseguido la victoria, aún, pero ya no vivo en el fracaso, porque
la motivación no la he perdido, porque la situación que he vivido me ha
servido, al fín, para modificar algunos anclajes que sólo yo sabía que
permanecían ocultos. Es una reflexión personal que todos siempre
deseamos hacer, pero que en ocasiones esperamos a ser más adultos para
realizar.
Artículo obtenido de futbol-emocional.blogspot.com.
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