En la actualidad, el fútbol se práctica a una intensidad mucho mayor a
la de hace años, lo que obliga a los jugadores a tener una gran velocidad mental para saber reaccionar adecuadamente a los distintos estímulos de un partido y tomar la decisión adecuada en cada momento.
Básicamente, la velocidad mental es la velocidad con la que un futbolista reacciona frente a un estímulo o acción del juego, ya sea un pase, una entrada del rival o un rechace del portero, por citar algunos ejemplos.
Lógicamente, es una capacidad mucho más difícil de entrenar
que una cualidad física como la fuerza o la resistencia, por ejemplo,
lo cual no significa que sea imposible de mejorar en este aspecto
mediante un entrenamiento adecuado.
En este caso, el entrenamiento adecuado para mejorar la velocidad
mental es el que incide en la realización de movimientos repetitivos en
situaciones comunes del juego, lo cual causará en el futbolista un
aprendizaje de la situación y de las mejores reacciones posibles,
formando los automatismos deseados para dicha situación.
El entrenamiento en este caso es vital, pues como bien dicen, la práctica hace al maestro, aunque también es necesaria cierta dosis de inteligencia de juego,
pues pese a que el jugador tenga una buena velocidad mental, puede no
tomar las decisiones adecuadas en cada momento, cosa que también se
puede mejorar con el entrenamiento de repetición.
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