Imaginemos que nuestra vida es un camino el cual tenemos que andar. No es una calzada sencilla, habrá cuestas, llanos, barrancos, repechos, animales peligrosos, piedras e incluso a veces un sol abrasador, nieve u oscuridad en la noche… Cuando nos encontramos con cualquiera de esas dificultades, por ejemplo con una piedra en el camino que nos hacen tropezar, la gente reacciona de varias maneras:
- Las hay que dicen tras tropezarse: ¿¡quién ha puesto esta piedra en mi camino para hacerme caer y que no llegue a mi destino!? Me hacen imposible llegar.
- Las hay que dicen tras tropezarse: ¡Qué torpe soy, siempre me tropiezo, hasta con mi propia sombra! Voy a ser incapaz de llegar al final del camino.
- Y otras que dicen tras tropezar: ¡vaya golpe me he dado! Pero bueno…ya que estoy en el suelo me pararé un rato a descansar aprovechando para recostarme la piedra con la que he dado el traspié y luego me apoyaré en ella para impulsarme al levantarme y seguir caminando.
El segundo tipo de persona, creerá que todo lo que le pase en su camino es por su culpa y responsabilidad, sobre todo cuando se refiere a cosas negativas. Las cosas saldrán mal única y exclusivamente porque no es bueno para ello y nada puede mejorar. Así, evitará enfrentarse a cualquier situación que conlleve algún tipo de riesgo. Si algo sale bien será por suerte, él no sabe hacer nada.
El último tipo de personas, pensará que haberse caído ahí puede tener relación con haber estado un poco lento de reflejos, pero también tendrá en cuenta las características del terreno, quizás la piedra se movía y justo al pisar encima hace perder el equilibrio. Además, este tipo de personas son capaces de aprovechar “sus fallos y los del terreno” para dar la vuelta a la situación y sacar provecho de ella. A veces las cosas salen mal, es necesario analizar el porqué y tener una visión alternativa para seguir intentándolo.
En muchas ocasiones en nuestras vidas, somos como alguno de esos tres peregrinos. El punto medio será, ser capaces de salirnos de cada sendero cuando encontremos una roca, un charco o un barranco, analizando cada situación como única, y después buscar esa tercera ruta para cada día llegar un poco más lejos e irnos acerando a nuestros pueblos-meta y al llegar, poder descargar un poco nuestra pesada mochila.
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