Es el juego combinado de varios jugadores con toques reiterados de la pelota. Es preciso tener mucha paciencia para entrenarlo.
Los equipos defensores de este estilo de juego tratan el balón de la
mejor forma posible, intentando que este llegue de un compañero a otro
de una manera sencilla. Para practicarlo es fundamental controlar el
balón, si no viene en condiciones, antes de pasar y volver a pasarlo al
compañero de la mejor forma posible, así sucesivamente, avanzando hasta
la portería contraria.
Contrario al fútbol directo y bronco, este modelo busca que el
balón se juegue por abajo, por el suelo, rápido pero sin precipitación.
El estado del terreno de juego, del césped, es fundamental para que
tenga éxito.
No hay nada más difícil que jugar fácil. Eso es lo que distingue a
los jugadores buenos de los muy buenos, entendiendo el sentido que tiene
cada pase. Los que juegan bien al fútbol parten de ideas claras y lo
expresan en el campo de juego de manera que el equipo se vea beneficiado
con su juego. Lo hacen de manera tan fácil y natural que parece que
esté al alcance de todo el mundo. Para esto no hay excusas, cualquier
jugador debe aprender a “tocarla”. No debe haber jugadores que no
intenten controlar, mirar y pasar el balón en condiciones. Hay algunos
con más capacidades que otros pero, al menos, la intención no debe
desaparecer, hay que intentarlo.
Parece sencillo cuando lo vemos y realmente es una de las tareas
mas complejas cuando tratamos de ejecutarlo o enseñarlo. Si la calidad
técnica del grupo que se dirige es reducida, el entrenamiento de este
concepto suele conducir a la desesperación a muchos formadores, por lo
que es aconsejable realizarlo con pocos jugadores para evitar
repeticiones continuas.
El entrenador que quiera ponerlo en práctica debe buscar en su
equipo dominar la posesión del balón y con esto que sus jugadores
cuenten con más recursos que los de salir desde atrás con un balonazo
buscando al delantero.
Los técnicos por no perder partidos, no quieren jugar cerca (si la
pierdo peligro de gol), optan por un juego directo, se quitan el balón
de encima con un pase largo o despeje, para buscar el gol, pensando que
si pierden el balón, lo harán lejos de la propia portería. Hay que ser
muy valiente para asumir el riesgo que conlleva las posibles derrotas
que sufrirán intentando jugar así. El salir tocando desde la propia
portería supone perder multitud de balones que serán “robados”, tras la
presión del rival. Si a partir de los primeros goles en contra
renunciamos a este estilo de juego nunca podremos averiguar si en el
futuro ha sido rentable practicarlo.
El verdadero fútbol, es sin duda el de la elaboración de la jugada
con varios pases, haciendo un fútbol divertido, tanto para el que juega
como para el que lo ve. Que el jugador termine el partido con la
sensación de haber disfrutado del partido.
Jugar al toque constituye una de las formas colectivas más
frecuentes para incrementar el ritmo del juego. Si lo ponemos en
práctica realizaremos un mejor juego ofensivo y tendremos más ocasiones
de gol. El equipo contrario sufrirá para defenderse de nuestro juego y
podremos marcar más goles.
El “corre corre” se ha acabado en el fútbol moderno. Aquí lo más
importante es el balón, todo es cuestión de mantener la posesión del
mismo, y para eso tocarla rápido es fundamental. Es más eficaz el fútbol
de toque que correr detrás del balón. El toque contagia, incluso para
el que no lo hace habitualmente. Si casi todos tocan y alguno no lo
hace, se notará mucho y al final tendrá que hacerlo, obligado por el
grupo.
Este fútbol más técnico y de toque, debe ser uno de los principales
objetivos de cualquier escuela de fútbol. Su filosofía de juego debe
ser intentar tener la posesión del balón y apostar por un fútbol vistoso
y divertido, el entretenimiento y la victoria estará más cerca de su
lado que del rival. Y además el aficionado disfrutará y querrá seguir
asistiendo al estadio, pero sólo si hay fútbol de toque.
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